martes, 10 de septiembre de 2013

CONVENTO MADRE DE DIOS


Está situado en la calle San José, º 4 de Sevilla
El horario de misas es:
Días laborables: 08:15 horas.
Vísperas: 08:30 horas.
Festivos: 10:30 horas.

Los inicios de este convento se remontan a 1496 y se debe a la concesión que hizo la Reina Isabel la Católica de una manzana de casas de procedencia judía que existía en su actual emplazamiento y de una sinagoga que hoy es el oratorio. Las obras de acondicionamiento para la vida conventual, la llevaron a cabo los arquitectos Juan de Simancas y Pedro Díaz de Palacios, terminándolas con la construcción de la iglesia en 1572, es de una sola nave rectangular con un rico artesonado mudéjar. Toda la vida del convento gira alrededor de dos pequeños patios, el primero que hace las veces de claustro para el esparcimiento y recogimiento de la Comunidad, es de planta cuadrada, adintelado con columnas de mármol sobre pedestales en las dos plantas y vigas de madera en la planta baja. Alrededor de él se ubican, entre otras dependencias, el refectorio y el despacho de la abadesa en la planta baja y celdas en la planta alta, además de servir de cementerio de la comunidad, según prescriben sus reglas.
El otro patio es de planta irregular. Consta de tres galerías a tres alturas en algunos de sus tramos y alrededor de él se distribuyen parte de la antigua nave de dormitorios, la enfermería baja y algunas celdas. Este patio sirve de jardín y es el resto que ha quedado del primitivo huerto. El espesor y los materiales de su cerramiento exterior indican que éste probablemente formaría parte de la antigua cerca interior de la Judería.
El Convento cuenta con una gran fachada a la calle en la que se notan dos estilos bien diferenciados, por un lado uno de inspiración judía, con ventanas en forma de estrellas de ocho puntas, como la estrella de David y arcos de herradura y otro en el que vemos una gran portada de piedra labrada y ventanas rectangulares que da acceso a la Iglesia.
La portada labrada en piedra de acceso al convento la realizó Juan de Oviedo en 1590, en el dintel figura el escudo Real y los escudos de la Orden y por encima un relieve en el que aparece la Virgen entregando el rosario a Santo Domingo, en el frontón vemos otro del Padre Eterno.
Fue tal el coste de la obra que la comunidad de religiosas se vio obligada a pedir ayuda a Felipe III, sin embargo la Comunidad cobró tal auge, que en ella ingresaron distintas damas de la aristocracia y vinculadas con el Descubrimiento de América, cómo las bisnietas de Cristóbal Colón o la de doña Juana de Zúñiga y doña Juana Cortés, esposa e hija de Hernán Cortés, ambas se encuentran esculpidas en mármol y en actitud yacente en el presbiterio, las dos esculturas son realizadas por Juan de Oviedo y Miguel Adán de 1589 o la del primer oidor de la Casa de Contratación, Don Diego Venegas, que luce una losa de mármol en relieve.
La iglesia es de las denominadas de cajón, es de una sola nave rectangular, presbiterio y coro bajo y coro alto. La cubierta es mudéjar de cinco paños. El presbiterio se cubre con una cúpula mudéjar octogonal muy tallada y decorada.
El retablo mayor barroco que hoy vemos es obra Francisco de Barahona en sustitución del anterior de Jerónimo Hernández, del cual se conservan algunas de sus primitivas figuras apareciendo en el nuevo. Consta de tres cuerpos y ático y una calle central y dos laterales, separadas por columnas salomónicas.
En el centro presidiéndolo se encuentra la Virgen del Rosario, por debajo el relieve de la Última Cena, arriba Santo Domingo de Guzmán y en el ático el Calvario. En las calles laterales se encuentran toda una serie de Santos.
A la izquierda de este retablo hay otro de Jerónimo Hernández con una hornacina central con la imagen de San Juan Evangelista y alrededor escenas de su vida y del Apocalipsis, todo ello de 1575.
A continuación otro retablo de pintura de 1620, de inspiración flamenca en el que aparece el Santo Entierro, las tablas superiores de San Andrés y Santiago y la Visitación son de Villegas Marmolejo, en las tablas inferiores aparece la Imposición de la Casulla a San Ildefonso y el Martirio de Santa Catalina.
 
Le sigue otro retablo hornacina dedicado a San Juan Bautista de Miguel Adán.
Sobre la puerta de la Sacristía hay un cuadro flamenco del Martirio de San Lorenzo y seguidamente nos encontramos con otro retablo en madera dorada y policromada con la imagen de la Virgen del Rosario flanqueada por Santo Domingo y Santo Tomás de Aquino, en los relieves se representan los misterios del Rosario.
Al final de la nave se abre la Capilla del Correo Mayor de Sevilla, en honor del que ostentaba tal título, Don Pedro de Jerez, que la mandó construir en 1570, es un espacio cuadrangular y decorado con temas eucarísticos en sus yeserías, el retablo lo preside una pintura del Calvario en el momento de la Sagrada Lanzada, atribuido a Pedro de Campaña en 1555.
En su interior se guardan toda una serie de excelentes obras de arte de reconocidos artistas, a los citados podemos añadir a Lorenzo Mercadante de Bretaña, a destacar pinturas murales realizadas por Juan Valdés en 1684 y regaladas algunas de ellas a la Comunidad como dote por el ingreso de propia hija en ese convento.
La clausura ricamente decorada por algunas de las obras de arte conservadas, como un espléndido Crucificado flanqueado por las imágenes de Santo Domingo y Santa Catalina o una bella imagen de la Virgen con el Niño en brazos.
 
 
 
 
Como en la mayoría de los conventos sevillanos, para complementar sus ingresos realizan labores para la calle y elaboran toda una serie de productos que hacen las delicias de los más golosos, como son, los bocaditos árabes, las yemas de batata, almendrados, bienmesabe, dátiles rellenos de mazapán, perrunillas, bocaditos de almendra y empanadillas hechas al horno y rellenas de boniato o cidra con aroma de aguardiente, todo ello se consigue a través del torno, desde el que se pueden ver los patios que distribuyen las distintas dependencias.



lunes, 9 de septiembre de 2013

CONVENTO HOSPITAL DEL POZO SANTO




CONVENTO HOSPITAL DEL POZO SANTO
Está situado en la plaza del Pozo Santo, 1. El Beaterio de Terciarias Franciscanas de Sevilla que en 1946 se convirtió en Congregación de religiosas, debe su fundación en el siglo XVII a a Marta de Jesús Carrillo, natural de Priego de Córdoba y Beatriz Jerónima de la Concepción, sevillana, quienes, una vez viudas y después de ejercer su labor caritativa en otros lugares, compraron en 1667 el solar para la construcción del Hospital del Santísimo Cristo de los Dolores en la plaza en la que actualmente se encuentran. Conocido como Hospital del Pozo Santo está destinado para la atención de personas enfermas e impedidas. 
 
La disposición del edificio viene obligada por las sucesivas ampliaciones al incorporarse las casas adyacentes, hasta incluso el siglo XIX, para realizar su labor asistencial. Por tanto es muy irregular, apareciendo los patios que iluminan las sucesivas galerías, especial es el primer patio de la entrada que se corresponde con la primera fase de la obra en 1680, presenta arquerías sobre columnas y la planta superior balcones entre pilastras. 
Conserva una buena colección de pinturas atribuidas a la Escuela Sevillana del XVII, destacando por su dramatismo iconográfico la Gran Epidemia de peste de 1649, una copia magnifica del XVII de la Adoración de los pastores, cuyo original se encuentra en la National Gallery de Londres o una serie de Arcángeles, siete en total, en los que se adivinan rasgos de Zurbarán, su autor es Bernabé de Ayala.
La Capilla de una sola nave y bóveda de cañón, destaca el retablo mayor de la escuela de Pedro Roldán de 1680 con la imagen del Cristo de los Dolores en su calle central.
 
En el presbiterio las pinturas murales dan muestra del barroquismo que lo  impregna, con la iconografía que aparece en los medallones de Santo Domingo, Santa Justa y Santa Rufina, San Antonio de Padua y San Cayetano. Otros retablos del XVIII destacan, el de la Virgen del Tránsito  y el de un Crucificado con una Dolorosa y en el muro derecho el San José y el Niño.
Es curioso el balcón cerrado por una reja de hierro forjado y celosía de madera, para que los impedidos pudieran asistir a los oficios religiosos.