lunes, 16 de diciembre de 2013

IGLESIA DE SAN ANTONIO ABAD


Está situada en la calle Alfonso XII, nº 3 de Sevilla.
El horario de misas es:
Lunes a Viernes: 13:00 y 20:00 horas.
Sábado: 13:00 y 20:00 horas.
Domingos: 12:00, 13:00 y 20:00 horas.

La Iglesia es parte del antiguo Hospital de San Antonio Abad fundado en 1366 por la Orden hospitalaria de San Antón, hasta que en 1719 deciden demolerlo por el estado ruinoso en el que se encontraba y levantar el nuevo templo en 1727 adosándole la capilla de Jesús Nazareno, todo ello lo realizó el arquitecto Diego Antonio Díaz. Hoy es la sede de la Hermandad Madre y Maestra del Silencio, todo un ejemplo de la Semana Santa sevillana por la seriedad, orden y recogimiento de sus hermanos.
Por ello hablar de la Iglesia de San Antonio Abad es hablar de la Hermandad del Silencio o mejor dicho de la Hermandad de la Santa Cruz de Jerusalén, fundada en 1340 en la Iglesia de Omnium Sanctorum, bajo el nombre de Hermandad del Dulcísimo Jesús Nazareno y la Virgen Santa María con San Juan, para la asistencia y socorro de los más necesitados y proveer de dote a las doncellas casaderas pobres en trance de casamiento.
Su primera salida procesional la realiza el 14 de abril de 1356 desde la ermita de San Antón, lugar en el que tenía su sede en esa época, a la ermita de San Lázaro a extramuros de la ciudad. Sus penitentes lucían túnicas de lienzo basto de color morado, ceñida a la cintura por una soga de esparto, la cabeza la cubrían con una peluca de cáñamo y una corona de espinas, manteniendo descubierta la cara y los pies descalzos, emulando a Jesús en el camino del Calvario, portando cada uno de ellos una pesada cruz.
Posteriormente, en 1546, la Corporación pasa al Hospital de las Cinco Llagas, hasta que en 1574 ocupa el Hospital de la Santa Cruz de Jerusalén, conocido como Casa de Convalecientes, situado en lo que hoy conocemos como calle Rioja. En este lugar se redactan sus nuevas Reglas siendo su Hermano Mayor el escritor Mateo Alemán, estableciendo que la Santa Cruz de Jerusalén sería objeto de culto, presidiendo la función principal y su estación de penitencia se realizaría visitando los distintos Sagrarios de la collación, cinco en total.
Bajo el mismo mandato de Mateo Alemán, adquieren por acuerdo suscrito con la Orden Hospitalaria de San Antón, la capilla del Santo Crucifijo, anexa al convento, estableciéndose como sede canónica. Se renuevan las Reglas y se establecen las obras de caridad entre los menesterosos y el rescate de los presos de la Cárcel Real, siendo aprobadas en 1578 e ilustradas por Francisco Pacheco.
Más tarde su nuevo Hermano Mayor, Tomás Pérez, entallador de la Casa de la Moneda, cuyo mandato fue el más duradero de la historia de la Hermandad, desde 1595 hasta su fallecimiento en 1635, cuarenta años, proclaman el 29 de septiembre de 1615, la defensa del Dogma Inmaculista, haciendo Voto solemne y Juramento de creer, proclamar y defender con su sangre si fuera preciso, que María Santísima, Madre de Dios y Señora Nuestra, fue concebida sin pecado original, por haber sido cuestionada por la Orden dominica y defendida por los franciscanos dos años antes.
Bajo este mandato se adquiere la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, una obra realizada por Francisco de Ocampo, tallada en madera de cedro y anatomizada en 1609. En 1627 funda en la antigua calle de las Palmas, actual calle Jesús del Gran Poder, el asilo Amparo de Venerables Sacerdotes, para acoger a aquellos clérigos sin recursos, cuyo patrocinio correría a cargo de la Hermandad gremial de San Lucas, que congregaba a pintores, escultores y doradores, como agradecimiento por haberles concedido establecerse en una capilla lateral del templo.
En 1636 recibe como regalo la cruz de carey con la que procesiona el Nazareno, un regalo otorgado por los caballeros Carvajal, residentes en Méjico.
Como curiosidad en 1661 se estable en sus Reglas el privilegio para que el Hermano Mayor lleve colgando del cuello la llave del Sagrario.
Años más tarde, en 1674, la Hermandad de Cordoneros de Redes se establece en el templo con capilla, para lo cual le encargan a Francisco Ruiz Gijón la imagen de San Antón Abad para mostrarse en el Retablo Mayor.
Al extinguirse la Orden Hospitalaria de San Antón, el Rey Carlos IV le otorga a la Hermandad el dominio y propiedad de la Iglesia de San Antonio Abad, otorgándole el rango de Real al ser nombrado su Hermano Mayor. 
El rango de Archicofradía lo asume a principios del siglo XIX, en 1824, por los privilegios que el Papa León XII concede al sumarse entre los miembros de la Hermandad numerosos clérigos, otorgándoles su participación en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén. En 1854 se le otorga por el Papa Pío IX el Guión celeste simbolizando la proclamación del Dogma de la Inmaculada.
Su denominación de Madre y Maestra le viene otorgada por ser imitada, tanto en sus fines como sus Reglas, por numerosas Hermandades, siendo apoyada por numerosas Órdenes religiosas.
El acceso al templo se realiza a través de un amplio compás de doble pórtico con columnas que sostienen un gran arco enmarcando su portada de grandes molduras. Aunque también cuenta con otra entrada por la calle Silencio, que es por la que inicia su estación de penitencia.
 
 
La puerta de entrada a ese compás cuenta con una pintura en el remate que representa a San Diego de Alcalá y a ambos lados los escudos de las órdenes franciscana y dominica. En el atrio se conserva una gran cruz de forja del XVIII y sobre ella un mosaico con la Inmaculada, en este lugar se veneran distintos Santos, cómo Santa Rita de Casia, San Cayetano y muy especialmente a San Judas Tadeo, aunque las imágenes no tiene una especial significación artística, su devoción es grande congregando en su alrededor a numerosos devotos.
 
 
 
 
Tras pasar por el arco nos encontramos con la portada adintelada que da acceso al templo, unas pilastras compuestas sostienen un frontón curvo, sobre ella se encuentra la doble espadaña decorada con una cruz de forja, jarrones y azulejos cerámicos.
 
En su interior nos encontramos con la primitiva planta, una planta rectangular de una sola nave, cuya decoración se limita a las pilastras que dividen los cuatro tramos y la moldura de la cornisa.
En la cabecera se encuentra el retablo barroco de principios del XVIII, está atribuido a Baltasar de Barahona y está compuesto por banco, un cuerpo con tres calles divididas por columnas salomónicas y un ático. 
En la hornacina central presidiendo todo el conjunto, la magnifica imagen de María Santísima de la Concepción acompañada por San Juan, la Sagrada imagen de la Virgen es obra del escultor Sebastián Santos Rojas, adquirida por la Hermandad en 1954 para sustituir a otra más antigua, con mascarilla de Cristóbal Ramos, que había sufrido graves deterioros con el paso del tiempo, vemos en esta nueva imagen el desarrollo del mentón y las aletas de la nariz dilatadas. La imagen de San Juan Evangelista es una talla antigua de candelero, del siglo XVIII, Cristóbal Ramos la retocó. Esta escena no se describe en los Evangelios, pudiéndose  dar en los apócrifos.


A ambos lados se encuentran sendos arcángeles, aunque anteriormente se encontraban las imágenes de San Antón, realizada por Ruiz Gijón en 1667 y el Beato Juan del Prado de finales del XVII o principios del XVIII, aunque su autor se desconoce. 
En el ático se encuentra la cruz flanqueada por las imágenes de San Buenaventura y San Juan Nepomuceno.
El sagrario de plata que se encuentra en el altar procede de la antigua parroquia de San Miguel. El presbiterio se encuentra decorado con pinturas, del círculo de Juan de Espinal y a lo largo de los muros laterales se ven pinturas en las que se ven Arcángeles, fueron pintados en 1700 por alguien cercano al estilo de Murillo. 
En el muro izquierdo tras pasar el magnifico púlpito nos encontramos con la Santa Cruz en Jerusalén, titular de la Archicofradía, la Santa Cruz recibe Culto de Reglas en triduo anual que precede a la Fiesta Principal de Instituto. Es la Cruz que porta el Nazareno en su salida procesional, siendo el origen de la Hermandad, fue un regalo de los caballeros Cervantes Carvajal y Cervantes Casaús que residían en Méjico, como ya se ha comentado con anterioridad, es de madera noble y revestida de carey con cantoneras de plata.
En el muro derecho se encuentra el retablo de la Inmaculada del Alma Mía, una talla de vestir de Hernando Gilmann de principios del XVII, esta imagen protagonizó el movimiento en defensa del Dogma Inmaculado de 1615, año en que fue bendecida por el arzobispo Don Pedro de Castro, su advocación le viene dada por un episodio vivido por el autor pocos días antes de entregarla para ser bendecida, en el que su hijo cae desde el balcón a la calle y el grita “Sálvalo Inmaculada del Alma Mía”, consiguiendo milagrosamente que la caída no tuviera consecuencias para el menor, quedando este nombre como advocación. Se encuentra flanqueada por las imágenes de San José y la Virgen María, ambas tallas son de Martínez Montañés, realizadas en torno a 1607 y anteriormente se encontraban en unas repisas que hay en la nave. En el ático se encuentra la imagen del Niño Dios.
 
 
A los pies se sitúa el coro y en el sotocoro vemos un retablo con la pintura de la Virgen del Carmen de Eduardo Cano. 
 
Cuenta con una bóveda de las denominadas de pañuelo y decorada con pinturas de ángeles, nos encontramos con un tondo de enorme interés de la Virgen con el Niño y San Juanito, obra realizada por algún seguidor de Rafael de la escuela italiana hacia 1530.
A la derecha se encuentra el retablo de San Antonio de Padua que ocupa su hornacina central, está tallado en madera y es de autor desconocido, tiene a ambos lados dos santos franciscanos. El sotocoro se completa con una serie de bancos, que pudieran ser los antiguos sitiales de la primitiva Iglesia.
 
Al otro lado y en paralelo con esta nave se sitúa la que fue primera capilla de la hermandad del Silencio, a la que accedemos a través de dos arcos, en este corto pasillo se encuentran una serie de lápidas que indican el reconocimiento y agradecimiento de la Hermandad por aquellos hermanos más sobresalientes que hicieron posible que la Corporación sea lo que hoy es.
 
Al entrar en esa nave nos encontramos con una sobria decoración a base de molduras geométricas y toda una serie de balcones a modo de tribunas. 
 
En la cabecera se levanta el retablo neobarroco diseñado por Alfonso Grosso en 1948, un diseño muy original realizado por Luís Jiménez Espinosa,  con la imagen central de Jesús Nazareno abrazando la cruz de manera inversa, tal como aparece en las antiguas iconografías según los criterios de interpretación de los artistas del Renacimiento, es una imagen de Francisco de Ocampo de 1609, totalmente anatomizada, es de madera de cedro, con encarnadura con la técnica del pulimento, y está en posesión de la Hermandad desde principios del siglo XVII. Se alberga en una especie de baldaquino hecho con el antiguo palio de plata del paso de la Virgen de la Concepción.
 
 
A la derecha de esa cabecera se sitúa la Cruz de Guía y en ese muro derecho el primer retablo que nos encontramos es el dedicado a la Virgen de la Antigua, una pintura similar a la existente en la Catedral, se encuentra flanqueada a ambos lados por las imágenes de San Joaquín y Santa Ana.
 
 
 
A continuación otro de los retablos, en este caso el dedicado a San José con el Niño, realizado a finales del XVIII por algún seguidor José Montes de Oca.
 
Enfrente se ve el retablo de columnas salomónicas del Cristo de la Buena Muerte, una extraordinaria imagen realizada en pasta de madera, es obra anónima de principios del siglo XVIII. El retablo se completa con dos magníficos Arcángeles tallados.
 
A lo largo de ambas naves nos encontramos con extraordinarias pinturas sobre lienzo, como la de San Antonio María Claret, hermano que fue de la Hermandad, la Crucifixión de Jesús o Jesús con la Cruz a cuestas. 
 
 
Ambas naves se comunican tanto por los pies como por las cabeceras.
 

http://lashermandadessevillanas.blogspot.com.es/2013/09/conventos-de-sevilla-capital.html

 

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